EGO SUM LUX MUNDI

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No te bastó, Señor, con dar tu vida,
nos diste mucho más: la Eucaristía.
¡Eres Pan que alimenta,
ese Vino que embriaga
y que transforma el alma!
Cuando digo: Señor, yo no soy digna,
si de ti me apartaras, ¿dónde iría?
Tú alimentas mi fe, das sentido a mi vida;
transformas la tristeza en alegría.
Yo, ya no envidio a Juan
ni a Marta, ni a María,
si puedo recibir la Eucaristía,
que un milagro de amor ha convertido
en tu Cuerpo y tu Sangre
el pan y el vino.
No me escuches, Señor, cuando yo insista:
¡Aléjate de mí, que no soy digna!
Sólo cerca de ti el alma mía
puede encontrar la Paz que tanto ansía.