PRIMERA PIEDRA Y CULMINACIÓN DE LA
IGLESIA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Surgió la necesidad y las piedras vivas se pusieron en acción. Corría 1951 –¡cómo corren los años!–. La diócesis de Barcelona y Cataluña entera bullía en entusiasmo preparando el gran acontecimiento: el XXXV Congreso Eucarístico Internacional. Gran despliegue de acción y oración.
El boletín Adoración de enero de 1952 recoge un ejemplo consignado por el informativo del Congreso, que refleja el ambiente que se respiraba. Lugar: parroquia de Santa María de Corbera del Llobregat. Establecieron relevos de adoración eucarística, de una hora, día y noche, en los que participaba prácticamente todo el pueblo. Copio: «Una especie de vigilia constante ante el tabernáculo para implorar los frutos espirituales del Congreso. Los niños y niñas, los Aspirantes de Acción Católica, las doncellas y jóvenes de las cofradías, durante el día; los hombres, las mujeres y los mozos, al atardecer y de noche, de dos en dos, están junto al sagrario para que no deje de alumbrar la lámpara de la oración perenne. A los sencillos y humildes el Señor les da un certero instinto del valor de las cosas. Mientras que en las grandes ciudades trabajan y se agitan para el Congreso y ofrecen el sacrificio de su labor difícil, allá, en el pueblecito montañés, edifican también la casa del Señor».